Foto: Remo Zehnder
Esta Casa Tropical, ubicada en la localidad suiza de Frutigen y obra de Gauer Iteen Messerli Architekten, tiene un aspecto surrealista: en los invernaderos crecen papayas, mangos y plátanos enanos, en los tanques exteriores se crían esturiones… y todo ello sin utilizar combustibles fósiles.
Esto ha sido posible gracias al constante flujo de unas fuentes termales con una temperatura de 20°C que salieron a la luz durante las perforaciones para el túnel de base de Lötschberg.
El trasvase de esta agua —en torno a 100 litros por segundo— hacia aguas naturales hubiera supuesto un desastre ecológico y, en vez de ello, surgió la idea de utilizarla para la calefacción de invernaderos y tanques de peces.
El centro de información para visitantes es un edificio de entrada al recinto con fachadas de piezas de hormigón prefabricadas de color negro. En total, 67 paneles de hormigón —que recuerdan a formaciones rocosas— fueron fabricados con tan sólo cuatro moldes diferentes.
En algunas zonas se realizaron en el hormigón fotograbados de reproducciones de fósiles frecuentes en la región.
Además del calor del agua, la Casa Tropical utiliza otras fuentes energéticas renovables: en el vestíbulo del centro de información de visitantes se instaló una central hidroeléctrica a pequeña escala, sobre el techo se construyeron módulos fotovoltaicos y en el exterior se levantó una planta de biogás. Una bomba de calor utiliza el calor residual del agua —tras su paso por los tanques de los peces— para la calefacción del edificio. Además, en el futuro se instalará una planta de energía solar al aire libre.
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